¿Cómo concebimos la mirada del descubrimiento? ¿Y la contemplación? ¿Qué guarda la mirada de un niño?
¿Por cuánto tiempo? ¿Cuándo empezamos a ser olvido? ¿Cuánto tarda en desdibujarse la memoria de un rostro?
¿Dónde quedan las orillas que fuimos?
¿Y el viento del norte?
¿Y las mañanas de invierno?
¿En qué latitudes nos aguardan las sombras del pasado, las playas perdidas de la infancia?
Tus contrastes ahora en color y prosados.
ResponderEliminarEs curioso, cuán contraria es la mar al título de esta fotografía por mucho que nos empeñemos en congelarla. Supongo que eso es lo que nos atrae hacia ella.
Un abrazo.