No sé si en las orillas se ven las soledades como las ve el marino, a un paso de la bruma que protege y encubre o traiciona y mata.
En medio de la desolada quietud del encuentro con la propia suerte, la proa es sólo una forma de referirse -como otra cualquiera- al mañana que desconocemos, al rumbo que, incierto, nos aventura en una página más.
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